El Proceso de Aceptación
«Entonces Moisés dijo a Dios: “¿Quién soy yo para ir al faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel?”» Éxodo 3:11
(RVA-2015)
Cuando Dios llamó a Moisés, su primera reacción fue sentirse pequeño e incapaz. De ahí que su primera pregunta fuera «¿Quién soy yo?».
Creo que a todos nos ocurre lo mismo cuando recibimos el llamado de Dios a servirle, sea en la música o cualquier otro ministerio. Al pensar que Dios – siendo tan perfecto, grande y poderoso – nos llame por nombre a servirle, es natural sentirnos incapaces de cumplir con lo que se espera de nosotros.
Creo que este proceso ocurre por 3 razones principales. Pudiera haber más, por supuesto, pero en mi experiencia personal y basándome en lo que he visto en mis propios alumnos de guitarra, hay 3 razones muy comunes.
#1 Circunstancias externas actuales
Las circunstancias actuales pueden ser varias: razones económicas, limitaciones de salud, tiempo, edad, falta de preparación, etc. En fin, cualquier circunstancia externa que a nuestro entender nos limita o impide ejecutar el llamado.
Te confieso que me ocurrió esto cuando entendí que Dios me estaba llamando a ser educador de guitarristas adoradores. En mi mente surgieron muchas dudas.
«¿Quién soy yo para hacer esto? Habiendo tantos guitarristas que tocan mucho mejor que yo y tienen más trayectoria, ¿por qué yo?»
«Diosito, ¿no te habrás equivocado de persona? ¿Será que el llamado no es para mí, sino para otra persona que también se llama Ángel?»
Honestamente sentía mucho temor de dar el paso. No solo porque me sintiera incapaz de hacerlo, sino porque ya tenía un negocio online de clases de guitarra establecido con alumnos de diversos países – alumnos excelentes a los cuales aprecio mucho – y muchos de ellos no eran creyentes. No sabía cómo iban a tomar este cambio. Temía a perder muchos alumnos que realmente estimo mucho. Además, al ser esta mi principal fuente de ingresos, temía no tener suficiente para sostener a mi familia.
Aún así, el llamado de Dios estaba ahí, latente en mi corazón. Cada mañana, al tener mi tiempo de oración y adoración personal, sentía mi corazón arder a causa de este llamado.
Pero tenía muchas interrogantes. Incluso llegué a dudar si realmente era Dios el que me había hablado, o eran inventos míos.
Como ya te habrás dado cuenta, finalmente me atreví a dar el paso de fe. ¿El resultado? ¡Gran bendición para mi vida, mi familia y mi negocio! He visto como, a causa de obedecer su voz y decir «¡Heme aquí!», Dios ha prosperado y sigue prosperando la escuela de guitarra online y otras áreas de nuestro negocio familiar. De hecho, más que un negocio, para mí es un ministerio de servicio en el cual tengo la gran bendición de ayudar a otros a prepararse para el llamado de Dios en sus vidas.
Él está en control. Él tiene todo planificado y cuando obedecemos su voz – por más loco o imposible que parezca – el desenlace siempre es bienestar y bendición. El cuida de mí y mi familia; nada nos faltará.
La clave es confiar en Dios plenamente. Si tienes plena confianza en su plan para ti y obedeces su voz, puedes estar seguro que tu vida estará llena de bienestar, un porvenir y esperanza.
#2 Creer que no somos suficientes
Creo que todos los músicos en algún momento hemos fallado en esta área. Confieso que este ha sido mi caso también en muchas ocasiones.
En una ocasión recuerdo haber dialogado sobre esto con Francisco, el anciano líder de la congregación a la cual asistía en aquel momento, cuando vivía en Florida, EE.UU. En nuestra conversación le compartí cómo me sentí y en particular, que tenía duda si realmente era la voz de Dios lo que estaba escuchando o eran inventos de mi propia mente y emociones.
Siendo una persona de mucha oración, gran discernimiento espiritual y habiendo atravesado por una experiencia similar, Francisco rápidamente identificó el problema:
«Ángel, tu problema no es si realmente Dios te habló y te llamó. Tú sabes en tu corazón que es Él quien te está hablando y llamando. Tu problema real es que te sientes muy pequeño ante la tarea que Él te está encomendando», me afirmó Francisco.
Recuerdo que comenzó a llevarme a través de la Escritura por diversos pasajes relacionados a la voz de Dios y el llamado. Entre todos, uno de ellos captó mi atención de tal manera que, hasta el día de hoy, es uno de los versos que releo cada vez que necesito renovar mi confianza en el plan de Dios para mi vida.
Permíteme compartirlo contigo:
«Porque yo sé los planes que tengo acerca de ustedes, dice el SEÑOR, planes de bienestar y no de mal, para darles porvenir y esperanza.» Jeremías 29:11 (RVA-2015)
Estas palabras fueron un mensaje de Dios al pueblo de Israel, quienes estaban cautivos en Babilonia para aquel tiempo. Por motivos de brevedad, no discutiré el contexto completo de este verso. No obstante, te recomiendo leer este capítulo desde el principio para que entiendas bien el contexto de lo que estaba ocurriendo.
En relación al tema del llamado, este verso es un bálsamo para mí. Cada vez que lo leo me recuerda que no importa lo imposible que parezca lo que Dios me pide hacer, si Él me ha llamado, tengo su respaldo y puedo estar 100% seguro de que el resultado será bendición para mi vida: bienestar, porvenir y esperanza.
#3 Compararnos con otros
Una consecuencia directa de creer que no somos aptos para el llamado que Dios nos hace es el comenzar a compararnos con otros. Es algo que tendemos a hacer por naturaleza.
Vemos a otros guitarristas que pueden tocar escalas más rápido, hacer sweep picking (barridos) con destreza y suben a YouTube vídeos de covers, improvisaciones o temas originales impresionantes, y lo primero que pensamos es que nunca llegaremos a ese nivel. Por consiguiente, nos hacemos la idea errónea de que no somos aptos o suficientemente buenos para servir a Dios y que todos los demás son mejores que nosotros.
En casos más extremos, he visto a guitarristas involucrarse en debates, contiendas y enemistades, criticando o desprestigiando el trabajo de otros. Cuando analizas sus acciones, te das cuenta que muchos están motivados por la codicia y los celos del talento de otros, producto de su propia baja autoestima como músicos e hijos de Dios.
Esto sucede cuando, en vez de buscar en oración iluminación para entender el valor que Dios ve en nosotros, pretendemos vernos a nuestra manera. Y créeme, cuando te miras a ti mismo con ojos humanos, siempre verás a un miserable músico que nunca alcanzará los estándares mínimos para ser un buen siervo de Dios.
Sin embargo, cuando en oración permites que el Altísimo y misericordioso Dios sane tu corazón y te muestre lo que Él ve en ti, te das cuenta que Dios te mira de una manera muy diferente.
«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.»
1 Corintios 5:17 (RVA-2015)
Mientras tu sigues viendo la vieja criatura, Él está viendo todo el potencial que Él mismo colocó en ti a través del Mesías. Y para poder vernos como Él nos ve, es necesario que nuestra mentalidad sea transformada.
«No se conformen a este mundo; más bien, transfórmense por la renovación de su entendimiento de modo que comprueben cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.» Romanos 12:2 (RVA-2015)
Una vez que nuestra mente es renovada, Él nos revelará su perfecto plan para nosotros y comenzaremos a vernos como Él quiere que nos veamos. Y cuando esto sucede, no hay espacio para celos, egoísmo, contiendas o competencias, porque entendemos que nuestro valor no viene de nosotros mismos, sino del valor que Dios mismo ha dado a nuestra vida a través del sacrificio del Mesías.
Este escrito es un extracto del libro Un Guitarrista Conforme al Corazón de Dios, disponible en tapa blanda, libro electrónico y audiolibro en Amazon y otras tiendas en línea.
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